¡Buenas buenas gente amante de la cocina saludable! Sean Bienvenidos a otro capítulo de Paulina Cocina. El día de hoy les voy a presentar a una prima incomprendida de las verduras, que aunque es difícil imaginarse cómo conservarla largos periodos aquí te voy a dar la técnica justa para lograr esto y muchísimas recetas con acelga!
Una de las más nobles y de buena compañía. Agradecen su existencia las pastas, carnes y legumbres por su aporte de sabor ligeramente amargo y profundamente refrescante.
Proveniente de Europa, se la puede consumir cruda, cocida o al vapor. Se come toda la planta, tanto las hojas que se cocinan o se cuecen al vapor y las pencas o tallos que pueden conservarse sellados junto con algunos condimentos y aceite de oliva y absorben todos los sabores. También se la prepara en batidos.
La acelga es una verdura de hoja que forma parte de la familia de las coles. Es de color verde oscuro y tiene un sabor ligeramente amargo. Las acelgas son una buena fuente de vitaminas A, C y K. También son una buena fuente de fibra soluble. Las acelgas pueden comerse crudas, cocidas o al vapor.
Es una fuente rica de fibra soluble, contiene antioxidantes y puede que tenga más hierro incluso que la espinaca, además de contener grandes cantidades de vitaminas A, C, y K, por supuesto.
Algunos de los beneficios de incluir recetas con acelgas en tu dieta son:
1. Las acelgas son una rica fuente de fibra soluble, que puede ayudar a reducir los niveles de colesterol y mantener el sistema digestivo sano.
2. Las acelgas contienen antioxidantes, que pueden ayudar a proteger las células
Lo mejor es hacerlas al vapor, porque pierden mucho menos nutrientes de esta forma.
La técnica maestra consiste simplemente en lavar bien la acelga y, sin secarla ni escurrirla (apenas sacudirla un poco), meterla en una olla seca, sin ningún otro líquido que el que las verduras traen de haberse lavado. Se coloca la olla a fuego mínimo y tapada.
Generalmente en unos 8-9 minutos ya estará lista.
Es importante sacarlas inmediatamente se “desmayan”. Por varias razones: la principal es que conservarán más nutrientes, pero también mucho más color. El color debe ser verde intenso, fluorescente.
Cuando la cocción al vapor se termina, pasas las acelgas por un colador y las aplastás bien fuerte, para que suelten el líquido que aún tienen.
Si decides congelarlas crudas, luego del lavado, haberlas separado del tallo y extraído las partes oxidadas o en mal estado, se pueden cortar en tiras largas para así hacer rollitos que puedas congelar y ya tenés las porciones calculadas. Vamos a aislarlas en bolsas de cierre hermético y llevarlas al freezer.
Las pencas o tallos de las acelgas pueden conservarse selladas con algunos condimentos y aceite de oliva y absorber todos los sabores. Y les doy un tip del que no se van a arrepentir: las pencas apanadas y fritas son una locura, si las pruebas no podrías parar de comerlas!
Para evitar esto primero hay que elegirlas con cuidado al comprarlas, que no tengan manchas o estén arrugadas de más. Si las ves crujientes y con un verde de color vivo, por ahí es.
Luego en el momento de la cocción, después de haberlas lavado se le puede agregar un poco de vinagre, jugo de limón o pasarlas por agua con sal por unos minutos antes de la cocción.
Como puedes ver, hay muchas maneras de cocinar y comer acelgas. ¡Espero que disfrutes probando estas recetas!